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    Derrotar la adiposidad localizada con hidrolipoclasia ultrasónica

    La grasa visceral, además de ser un problema de salud (es, de hecho, uno de los principales factores de riesgo de derrame cerebral y enfermedades cardiovasculares), es también una mancha evidente que a menudo se manifiesta con adiposidades localizadas en áreas específicas de nuestro cuerpo como el abdomen, los glúteos, las pantorrillas, las caderas y los brazos.

    Si bien el primer enfoque debe basarse en un cambio de los hábitos alimentarios y del estilo de vida, cada vez con más frecuencia nos hemos encontrado con la necesidad de recurrir a tratamientos estéticos, o tratamientos médicos estéticos, para eliminar las acumulaciones más obstinadas: aquellas que, a pesar de la pérdida de peso, permanecen “pegadas” en las mismas zonas donde no queremos, para poder resolver finalmente el problema.

    En esto, sin embargo, nos ayuda la investigación médica estética que, gracias a un estudio y una innovación constantes, introduce nuevas tecnologías en el mercado, como la hidrolipoclasia ultrasónica: un tratamiento no quirúrgico de la adiposidad localizada.

    Se basa en el uso de ultrasonidos a una frecuencia de 3Mhz, generados por un dispositivo específico equipado con una pieza de mano, utilizado por el médico para tratar zonas con adiposidad localizada.

    Esta frecuencia especial permite actuar en el tejido subcutáneo donde se localiza la grasa visceral, yendo a ejercer una acción lipoclástica (ruptura de las células adiposas que liberarán su contenido y luego lo eliminarán a través del sistema linfático).

    Para permitir una eliminación completa del edema reactivo, es aconsejable llevar a cabo sesiones mensuales, intercaladas con sesiones de masaje drenante para promover la eliminación de los residuos liberados.

    Las sesiones de hidrolipoclasia ultrasónica tienen una duración variable pero, en promedio, hablamos de 20-30 minutos.

    Antes de someterse a este tratamiento médico, le recomendamos que elija un estudio equipado con termografía de contacto, una tecnología capaz de analizar y clasificar el tejido adiposo que permite al médico establecer la duración correcta del tratamiento.

    Este examen se basa en la utilización de placas termográficas de cristal líquido que, tras ser colocadas en las zonas a tratar, ponen de relieve la composición del tejido subcutáneo permitiendo detectar la presencia de adiposidad localizada, incluso no visible a simple vista, y clasificarla como blanda o endurecida.

    La termografía de contacto no tiene contraindicaciones de ningún tipo y es apta para cualquier persona: por esta razón, dada su facilidad de uso, también puede utilizarse regularmente para hacer un seguimiento del progreso del tratamiento.

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