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    Celulitis esclerótica: ¿qué le pasa a nuestra piel?

    La celulitis esclerótica representa la tercera etapa de la celulitis. Antes de investigar su naturaleza específica, tratemos de entender qué es y qué determina su formación.

    Los mecanismos que conducen a la aparición de la celulitis atañen tanto a las capas más superficiales de la piel (la dermis) como a las más profundas (la hipodermis).

    En la dermis, la microcirculación sanguínea se altera, lo que lleva a un estado edematoso de estasis hídrica. En la hipodermis, en cambio, se forman masas adiposas que empujan hacia arriba y se incrustan en la dermis, comprometiendo la estructura subcutánea: estos procesos generan el típico aspecto de piel de naranja.

    ¿Qué le pasa a nuestra piel?

    En una primera fase los adipocitos, aumentando en número y volumen, pueden provocar la compresión de los vasos sanguíneos, comprometiendo el intercambio hidrosalino y facilitando la salida de líquidos a nivel de los capilares.

    En una segunda fase, pues, los adipocitos se agregan creando nódulos sin aporte sanguíneo. Las fibras de colágeno se endurecen, comprimiendo las terminaciones nerviosas y creando depresiones en la piel, afectando la capa subcutánea.

    En la celulitis esclerótica, los nódulos aumentan de tamaño y son duros y dolorosos al tacto. Pueden aparecer signos de insuficiencia venosa y/o linfática, con edema tisular. Aunque con dificultad, todavía es posible intervenir con tratamientos específicos dirigidos (estéticos y médico-estéticos).

    La parte afectada por el trastorno está blanda y sin tono; hay muchas depresiones y la “piel de naranja” es muy evidente, incluso sin compresión. El edema puede aparecer como un signo de un defecto circulatorio y se siente dolor al tacto, así como piel fría y descolorida.

    El análisis termográfico ayuda a comprender en qué tipo de etapa de celulitis nos encontramos e identificar el mejor modo de intervención: estamos hablando de un examen rápido, totalmente indoloro, que se puede realizar varias veces para verificar el progreso y la eficacia de los tratamientos. llevado a cabo.

    Mediante el uso de una placa especial de cristal líquido microencapsulado, la termografía de contacto te permite tener una imagen en color de alta definición que refleja la situación de los tejidos subyacentes, permitiéndote clasificar la celulitis en una de sus etapas.

    El sistema tiene una sensibilidad muy alta y es capaz de mostrar las primeras acumulaciones cuando aún no son visibles a simple vista o detectables a la palpación.

    En base al diagnóstico realizado, es posible intervenir tanto para frenar su evolución como para mejorar la situación mediante tratamientos específicos dirigidos.

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