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    Adiposidad abdominal: cómo intervenir con la nutrición y tratamientos eficaces.

    La adiposidad localizada es un problema estético y funcional que afecta a una gran parte de la población, ya sean hombres o mujeres, independientemente de la edad.

    En la formación de la adiposidad localizada influye una multiplicidad de factores que se combinan entre sí para dar lugar al trastorno. En concreto, la grasa localizada varía según el sexo y la edad y depende de diversos factores, como el porcentaje de grasa corporal, los genes, la cantidad de actividad física y la sensibilidad a determinadas hormonas.

    La mejor arma contra la adiposidad localizada es la prevención, pero, dada la gravedad del problema, es necesario aplicar soluciones específicas y decisivas.  En todos los casos, partimos de un análisis de la adiposidad localizada mediante la termografía de contacto, una tecnología especial basada en el uso de placas de cristal líquido microencapsulado, que permite identificar las capas de grasa subcutánea mostrándolas en imágenes en color de alta resolución: de este modo es posible distinguir la adiposidad blanda de la adiposidad endurecida para establecer el tratamiento más adecuado.

    Al tratarse de un examen no invasivo y sin contraindicaciones, puede realizarse varias veces a lo largo del tiempo para ver toda la evolución del tratamiento.

    Además, hay una serie de normas dietéticas que deben tenerse siempre en cuenta para favorecer la pérdida de peso y llevar una vida mejor con pleno respeto al propio cuerpo. Por ejemplo, limite el consumo de bebidas azucaradas y gaseosas, alcohol, grasas saturadas y ácidos grasos trans (margarina, mantequilla de cacahuete).

    Una vez realizado este análisis y establecida la dieta correcta con el nutricionista, es posible contar con su esteticista o médico para tratamientos como

    criolipólisis: disponible en versión estética y médico-estética, se basa en el principio de la congelación, es decir, llevar la zona tratada a temperaturas cercanas a cero. Esto activa un proceso de apoptosis celular que conduce a la muerte de las células grasas, que son expulsadas a través del sistema linfático;

    laserlipólisis: una liposucción no invasiva basada en el uso de un láser de alta frecuencia que derrite selectivamente las células grasas mediante el calor emitido por el láser. Este tratamiento también está indicado para la laxitud de la piel;

    Cavitación ultrasónica: mediante el uso de ultrasonidos, las células de grasa se implosionan, desintegrándose gradualmente y sin dolor, para luego ser expulsadas a través del sistema linfático.

    Todos ellos son tratamientos eficaces y mínimamente invasivos que permiten volver a las actividades cotidianas de forma inmediata. Para los tres, se recomienda encarecidamente una hidratación adecuada durante el periodo posterior al tratamiento para favorecer la eliminación de todas las toxinas acumuladas.

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